Crítica de "Los chicos están bien",  la familia feliz de Lisa Cholodenko
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Crítica de "Los chicos están bien", la familia feliz de Lisa Cholodenko

sábado 07 de enero de 2023

Nic y Jules (Annette Bening y Julianne Moore) conforman un matrimonio lésbico que tiene de hijos a Joni (Mia Wasikowska, la Alicia de Tim Burton) y Laser (Josh Hutcherson). El matrimonio es la vívida caricatura conyugal del suburbio cincuentón yanqui. Suman los mismos problemas. Nic es la mitad masculina –de ingreso fijo, bebida fácil y un poco demasiado dominante. Maneja la van familiar. Jules es la mitad femenina– su vida es un malabar de estudios y trabajos que concluyen en el hogar y la familia. Quiere dedicarse al diseño artístico, que no logra distinguir de “jardinería”. Pero que se aman, se aman, y han criado dos maravillosos hijos juntas. Y ahora que Joni está por ir a la universidad, ella y su hermano contactan a su padre biológico, Paul (Mark Ruffalo), por curiosidad.

Su repentina inserción en el círculo familiar desencadena conflictos durmientes que dan vuelta a los personajes y las relaciones familiares, en apariencia, en un principio, sinceras. Todos han mudado caretas hacia el final, lo cual siempre es prueba de la autenticidad de los personajes y los actores que les interpretan. Paul no es el enemigo acá. El intruso en la familia es un viejo motif narrativo y retrata a una familia en aparente armonía que se ve perturbada por la llegada de un sujeto indeseado, emisario de valores más nuevos y distintos, que amenaza el orden nuclear y que, para bien o mal, permite exponer la verdadera naturaleza de las relaciones familiares.

Ruffalo, su voz vaga y arrastrada, da otra interpretación afable y de fácil llevar. Es fácil quererle. Tanto más ennervante para Nic, que uno a uno pierde control sobre la familia, comenzando por sus hijos y culminando con su esposa. La introspección lleva buen ritmo y todo personaje es bienvenido a escena, pero Bening y Moore dominan las suyas. La química entre las actrices vende solita todos sus momentos juntas. Esquivan todo lugar común, todo prejuicio y todo juicio moral sobre su unión.

El lesbianismo nunca se convierte en el eje del conflicto.La película tiene la madurez necesaria para tratarlo como algo accesorio, tangencial al amor, al odio, al aburrimiento. Se distribuye a Mi familia como comedia-drama. No cuenta con lo que se dice hilaridad. Tampoco abunda la sal y el agua. De lo que hay, se ofrece a cuentagotas, y se comparte de igual con los personajes. El resultado es una experiencia con todos los aciertos del género y ninguno de sus errores.

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