Este documental del director brasileño de «Aquarius» se centra en su relación con la cambiante ciudad de Recife, donde vive y donde filmó la mayor parte de su obra.

Cada cineasta aborda este tipo de proyectos de una manera diferente, ligada a su propia historia. RETRATOS DE FANTASMAS es, más que nada, un documental autobiográfico del director de bacurau, aquella en la que nos cuenta quién es, cómo está formada su familia, cómo se inició en el cine, el lugar donde vive e historias de iniciación personal. En el caso de Kleber, además, su documental tiene algo comparable a su ficción: un sentido del lugar muy preciso. Como SONIDOS DEL VECINO y ACUARIO estas son películas con una profunda conexión con la ciudad de Recife, donde nació, creció, vive y trabaja. De esta manera, la película se convierte en una doble biografía en paralelo: la del (bienvenido) crecimiento de un cineasta y la de (no tan bienvenido) una ciudad.
En su primera parte, la película fusiona las biografías y ahí se puede ver la conexión obvia. Fotos e imágenes históricas de un barrio de la ciudad de Recife se centran en la calle donde vivió entonces y sigue viviendo ahora. Esas fotos de época dan un salto en el tiempo y vemos que hoy ese mismo sector se ha convertido en una enorme masa de altísimas torres entre las que han sobrevivido pocas zonas residenciales. La de su familia es una de ellas. Y de esa sensación de lugar, la historia. CUALQUIERA las cuentos.

Kleber hablará de cómo fue cambiando su casa con el paso del tiempo, cómo cambió el barrio, su familia y poco a poco el propio director aparecerá como protagonista de esta historia, ya que en esa casa y calles aledañas filmó sus primeros cortos amateur y su bien -longitudes conocidas, especialmente EL SONIDO ALREDEDOR, que fue filmada en gran parte en su residencia. Este segmento presentará esos primeros «fantasmas»: las personas que ya no están (su madre, que murió joven), las casas vecinas que fueron devoradas por las termitas, ese perro que no se callaba, e incluso alguna «aparición» juguetona. que se colará en una escena. Es un proceso de cambio personal, profesional y de barrio.
La pintura se abre en el segundo segmento de la película para hablar de los cambios en la ciudad de Recife, centrándose más que nada en la desaparición de la mayoría de las grandes salas de cine del centro de la ciudad y, por cierto, del propio centro como lugar de reunión. Lugar y lugar de reunión popular. Es una decadencia ligada a la economía, los cambios culturales y las formas en que la burguesía se trasladó a los suburbios, abandonándolos, como sucede en muchas grandes ciudades del mundo (el área urbana de Recife tiene 4 millones de habitantes). los antiguos centros urbanos.
Es una zona que Kleber adora, que le trae muchos recuerdos (aquí también aparece la cinefilia ya que en esa zona se ubicaban las distribuidoras de los estudios de Hollywood) y que describe del mismo modo –entre lo personal y lo social– como la primera película. parte. Es un retrato crítico de una transformación urbana y social bastante similar a la de sus películas de ficción (ACUARIO es el caso más evidente) y que evidencia, si no la desaparición, al menos la fragmentación del mundo en el que creció el cineasta, el de una cierta burguesía progresista ligada al arte y la cultura que estaba fuertemente ligada a la historia de la ciudad .

Detalles de las salas de cine, entrevistas con proyectores, escenas muy divertidas del rodaje de sus propias películas, los recuerdos de latas y marcos abandonados en volquetes (aquí pasó lo mismo), de las reformas de su casa y de los planos de la ciudad son algunos de los elementos con los que juega Mendonça Filho en este documental de clara inspiración pandémica y fuerte contenido emocional y personal. Puede ser raro que un director con apenas tres largometrajes de ficción en su carrera ya haya realizado un documental autobiográfico de este tipo, pero el director pernambucano ya es una figura consagrada que está en su quinta década y es lo suficientemente inteligente como para saber incluir su propia historia en un contexto más amplio, que lo excede.
Que no es RETRATOS DE FANTASMAS parte de ese ombligo cinematográfico de moda que, desde la popularidad de las cámaras digitales y el montaje casero, permite que cualquier proyecto de director sienta que su biografía merece un largometraje. Kleber contextualiza su historia en la de su ciudad, la de su país y la del cine, o la del consumo cinematográfico. A los que hemos pasado por los cambios de estas décadas (tenemos casi la misma edad que el cineasta) nos cuesta no sentirnos afectados y hasta emocionados por la desaparición de ese mundo que conocíamos y la llegada de otro a que estamos tratando de adaptar. Kleber no dice aquí que todos los tiempos pasados fueron mejores ni nada por el estilo. Lo que muestra es un proceso de cambio que hace irreconocible lo que supimos y supimos amar. Pasa con las ciudades, pasa con las películas, pasa con la gente.