La nueva película del director de «Martin Eden», rodada en Francia, cuenta la historia de un padre y una hija que se enfrentan a los prejuicios de un pueblo rural.

Ya desde las primeras escenas, en las que se combinan imágenes de archivo de lo que parecen ser soldados que regresan a casa tras la Primera Guerra Mundial, con escenas filmadas por el propio Marcello centrándose en uno de ellos, un hombre barbudo, robusto y silencioso, uno que ya sabes. estás en buenas manos, entregado al talento de una persona que piensa y ama el cine como un material noble, generoso y, sobre todo, luminoso en todos los sentidos posibles de esa palabra.
VUELO (ESCARLATA), muy libremente adaptado de la novela de Alexander Grin que es lectura escolar en Rusia, es un proyecto cercano a MARTÍN EDÉN en ideas y espíritu, pero en el que también tiene cabida la experimentación que aporta Marcello desde su obra documental. Por un lado, por un lado material de archivo que siempre fue una de las especialidades del cineasta italiano. Y, por otro, porque en algún momento la película tomará algunas de las «convenciones» del cine musical de forma absolutamente natural a pesar de ser un tipo de género y circunstancia que no suele admitir ese tipo de recurso.

En principio, ESCARLATA (tal el título en inglés, veréis por qué) trata sobre Raphaël (Raphaël Thiéry), este señor que vuelve cojo al pueblo de Normandía tras la guerra y se encuentra con que su mujer ha muerto y que, además, tiene una hijita llamada Juliette que ahora está al cuidado de Adeline (Noémie Lvovsky), una amable vecina que le da casa y comida si el hombre contribuye con trabajo.
Pero no será fácil ya que por motivos que iremos descubriendo poco a poco, Raphaël no es del todo bien recibido en el lugar. Muchos lo miran con recelo y desconfianza y ese es otro de los misterios que se abrirán. Pero el hombre es un excelente trabajador, un artista de la madera y poco a poco encuentra un lugar a pesar de sus desganas. Y la película se centrará en su relación con su hija Juliette, una niña simpática, vivaz, curiosa y también dotada artísticamente. Él arregla un piano en el que ella aprende a tocar. Y las canciones no tardan en surgir.
Pasarán los años, la niña crecerá (cuando crece es encarnada por la encantadora Juliette Jouan), nuevos personajes se incorporarán a la trama ficticia (Louis Garrel como aviador, principalmente, y un personaje que la película definirá como una «bruja»), habrá canciones y situaciones tensas, pero la película será más que nada el retrato casi fabuloso de este grupo humano desde una perspectiva inteligentemente feminista, una mirada que revela (ante ciertos hechos de el presente y el pasado), el peso del machismo en ese pueblo tradicional rural francés

Pero lo que más se disfrutará será la cartelera cinematográfica ESCARLATA: la belleza del grano fílmico y la forma en que la mirada del director italiano está puesta en captar detalles de ese mundo, desde la naturaleza hasta las miradas de los personajes, los momentos tiernos observados desde lugares insólitos e incluso los duros y difíciles, que adquiere dimensiones poéticas en sus manos.
A pesar de las complejas circunstancias en las que todos viven, se trata de una película optimista y amable, generosa, con una protagonista brillante y entusiasta (la segunda parte de la película trata sobre todo de la vida de la adolescente y veinteañera Juliette) que trata de su propia fuerza vital, su descaro y su talento con el persistente oscurantismo que sigue existiendo en el pueblo. Y, vuelvo a lo mismo, es una carta de amor a las posibilidades expresivas del lenguaje cinematográfico cuando sirve para observar la vida a través de los ojos curiosos de un artista que sabe mirar el mundo en toda su belleza compleja y contradictoria.